OBSERVATORIO-DE-SEGURIDAD-Y-DEFENSA-CEEAG-2020

 

Los mercenarios. Una realidad al día de hoy.

Durante muchos años, particularmente en la época en que el mundo, en términos políticos, se formaba y las fronteras se movían producto de la guerra, los estados románicos y luego los medievales, contaban con profesionales de la guerra que combatían por sus propios intereses económicos y no necesariamente por los intereses de las unidades políticas de la época.

En el Manual de Historia Medieval Siglos III a XV, Patrick Geary (En Rodríguez y Rigueiro, 2015) sostiene que “el mundo germánico fue probablemente la creación más importante y duradera del genio político y militar romano” (p. 6), ya que al atraer a generaciones de guerreros bárbaros, terminó por transformar sus sociedades. Los símbolos de poder romanos, como el oro o las jerarquías militares, acabaron por convertirse en bienes de prestigio para las sociedades bárbaras, lo que intensificó el fenómeno de diferenciación social al interior de las comunidades y ascendió a los líderes de las cofradías guerreras a espacios políticos mayores.

Por su parte, Santo Tomás, en el capítulo IV del gobierno de los príncipes, destaca el valor y relevancia de los soldados para la seguridad del príncipe y del bien de una unidad política socializada. Así, el diseño de armas, armaduras, murallas, castillos y el caballo, fueron elementos que, poco a poco, comenzaron a profesionalizar la guerra, surgiendo desde entonces las distintas formaciones romanas para enfrentar las batallas, las cofradías para hacer la guerra y, posteriormente, los ejércitos profesionales dependientes del Estado-nación que se hacen cargo de la defensa y de la integridad territorial de sus propios estados, estos son los que hoy se conocen como “mercenarios”, entendiendo por aquellos a los soldados que luchan a cambio de dinero o de un favor sin motivaciones ideológicas. En la era clásica, Xenophon de Atenas denominó a su fuerza mercenaria como “los diez mil”. Desde entonces, estos grupos han estado presentes combatiendo en campos de batalla o ciudades como Iraq y Afganistán (Aabdulrazaq, 2021).

Durante la Guerra Fría, los estados reforzaron las capacidades de sus fuerzas armadas como producto del modelo de seguridad imperante que termina con la caída de la Unión Soviética y con el cambio de paradigma y del orden mundial, haciendo evidente la necesidad de contar con este recurso humano útil para hacer frente a las necesidades de los nuevos escenarios.

Asimismo, el paradigma de la globalización incorpora en su espíritu a la cooperación internacional, que desde la perspectiva internacional implica que los estados faciliten sus profesionales militares para enfrentar conflictos y emergencias que no necesariamente están relacionados con los intereses del Estado. Esta realidad y los riesgos asociados a las tareas y escenarios de cooperación internacional, han abierto la puerta a una realidad que no se evidenciaba en el paradigma anterior y que hoy se ha evidenciado, por ejemplo, con el retiro de las fuerzas estadounidenses al término de la campaña de Irak.

Ejemplo de ello hay y bastantes, quizás la más conocida es la empresa Blackwater (actualmente conocida como Aademi), fundada en 1996 y que estuvo a cargo de la seguridad de empresas, embajadas y otras acciones de control público al momento de la retirada de tropas estadounidenses en Irak, pero también ha hecho noticia en Malí, al ser señalada en el intento de derrocamiento del Gobierno de Acuerdo Nacional respaldado por la ONU en 2019 (Aboras, 2021).

Lo relevante de esta nueva forma de privatizar la seguridad o la “violencia legítima” definida por Max Weber, está en la incorporación de este tipo de servicios al inventario de herramientas y organizaciones que se utilizan para actuar en el mundo, como parte de los instrumentos bélicos de los estados. Incluso en términos del Pentágono “constituyen uno de los elementos de la “Total Force” de los Estados Unidos, junto a los militares activos y en la reserva y los funcionarios civiles”1 (Pastor, 2008, p.428).

En el Sahel, la resolución N° 2085 del Consejo de Seguridad del 20 de diciembre de 2020, recordó la necesidad que los estados miembros de la ONU, como Francia, puedan dar apoyo a Mali en sus esfuerzos por restablecer la paz y la seguridad; no obstante, el presidente Macron ha decidido reducir el apoyo francés que ha brindado a este país desde el 2013 (Bassets, 2021), lo que se estima, ha facilitado que el Gobierno de transición en Mali mantenga conversaciones con la compañía de seguridad privada rusa “Wagner” para el despliegue de cientos de mercenarios con el fin de combatir el yihadismo.

Esos contactos con la empresa, a quien se considera un ejército en la sombra del Kremlin, han sido confirmados por las autoridades malienses (Naranjo y Sahuquillo, 2021), y denotan la carencia de capacidades estatales para enfrentar la amenaza y demuestran la incapacidad de las fuerzas estatales para cumplir con sus obligaciones, lo que concuerda con la experiencia de EE.UU. en su salida de Afganistán.

Algunas Ideas finales

En el marco de la cooperación, la comunidad internacional lleva a las fuerzas estatales a cumplir tareas alejadas de sus propios intereses, donde la dinámica de las amenazas muchas veces obliga a las fuerzas a actuar en el marco de la violencia legítima, produciéndose daños colaterales que son juzgados como violaciones a los derechos humanos, con la evidente merma al Estado que aporta con sus fuerzas. También es posible advertir el desgaste de las tropas cumpliendo tareas alejadas de los intereses de su estado original sin observar avances en las tareas de normalización que cumplen, como ha sido en Irak, en Mali, en República Centroafricana, en Haití y muchos otros ejemplos.

Esta renuencia a cooperar en situaciones de conflicto violento o en espacios post conflictos, han abierto una posibilidad a estas cofradías de mercenarios modernos que, al igual que antaño, se hacen cargo, a nombre contratante, de las tareas de normalización del orden o directamente del combate con amenazas no tradicionales. A la fecha, aún existen tareas pendientes en el empleo de este tipo de unidades itinerantes, como la validación frente a la ONU, al derecho internacional, a la política internacional y al dilema que impera al liberar del peligro a los soldados propios utilizando fuerzas privadas contratadas.

 

Referencias

Aabdulrazaq, tallha (2021). Contractors and Mercenaries will Live on after the US Leaves Iraq and Afghanistan. Politics Today. https://politicstoday.org/contractors-and-mercenaries-will-live-on-after-the-us-leaves-iraq-and-afghanistan/

Aboras, Abdul-Jabbar (2021). ONU. Empresa de seguridad Blackwater intentó derrocar al gobierno de Libia. https://www.aa.com.tr/es/mundo/onu-empresa-de-seguridad-blackwater-intent%C3%B3-derrocar-al-gobierno-de-libia-/2151558

Bassets, M. (2021), https://elpais.com/internacional/2021-06-11/francia-reducira-tropas-en-el-sahel-tras-una-decada-de-misiones-sin-avances-claros.html

Naranjo y Sahuquillo, (2021), en https://elpais.com/internacional/2021-10-09/el-ejercito-en-la-sombra-de-rusia-mira-al-sahel.html

Pastor, A. (2008). Blackwater ante el derecho internacional. El negocio de la inmunidad. http://www.revista-redi.es/wp-content/uploads/2018/02/3_estudios_blackwater_ante_dcho_internacional.pdf

Rodríguez G. y Rigueiro J. (2015). Manual de Historia Medieval Siglos III a XV. Mar del Plata: Giem Mar del Plata.

Tomás de Aquino. Del gobierno de los príncipes, http://biblio3.url.edu.gt/Libros/gob_princ.pdf.

Descargar Irán informe Observatorio

 

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