Las lecciones iniciales de la Guerra de Ucrania

Si bien es cierto el mundo estuvo preocupado del discurso del presidente Vladimir Putin por el “día de la victoria”, en el que culpó a occidente por la guerra, también se esperaba, en esa fecha, el discurso de otro actor relevante de la conmemoración y que ha demostrado un cambio sorprendente.

El canciller alemán Olaf Scholz ha justificado un tránsito del idealismo alemán surgido y materializado por la unificación alemana, hacia un realismo político identificado con el planteamiento de Max Weber en que es el interés y no las ideas, es lo que mueve a los Estados. Hoy Alemania ha tomado conciencia de su posición geopolítica, particularmente su conexión con el mar Báltico y la cercanía de lo que puede constituirse en una extensión del conflicto a esa área de tensión, con un corredor de Suvalki que es una verdadera punta de penetración entre Polonia y Lituania en los bordes de la OTAN, y un enclave transformado en base militar rusa en Kaliningrado, lo que conforman parte de la debilidad estratégica de la organización y un imperativo respecto a la seguridad de los países bálticos (ex URSS).

El interés ruso sobre la zona está demostrado con constantes ejercicios militares en el área lo que se suma a la tensión de la advertencia rusa a la alianza frente a la posibilidad de ingreso de Suecia y Finlandia a la organización.

El Canciller Scholz, en su discurso del 08 de mayo recién pasado, referido a la capitulación alemana, señala que el “Nunca más” es la lección aprendida en la Segunda Guerra Mundial, una guerra en la que Alemania llevó sufrimiento al pueblo ucraniano. En vista de la guerra de agresión rusa, este “nunca más” adquiere otras características, unas de responsabilidad y obligación hacia Ucrania. ¡Al fin hay que decirlo! Defender los derechos y la libertad de los agredidos es el legado del 8 de mayo (Kinkartz, 2022).

Este discurso (y otras acciones), en medio del conflicto en la frontera de la OTAN, tiene especial relevancia, ya que demuestra la voluntad del canciller Olaf Scholz de (tal como él lo expresó) recuperar las capacidades militares y asumir la amenaza de una guerra regular en su frontera báltica o en la frontera OTAN, desechando la antigua idea de la canciller Angela Merkel de incorporar a Rusia al sistema económico europeo, un poco como política de distensión y un poco como dependiente del gas y petróleo ruso.

Hoy esa política parece haber quedado atrás y el mar Báltico (donde Alemania tiene mucho que decir), se activa buscando abrir nuevos frentes de conflicto ampliando la guerra en desarrollo. Por su parte, Suecia y Finlandia se acercan a la OTAN y las duras advertencias rusas que se hicieron por la cercanía de Ucrania a OTAN hoy ya no son tan fuertes respecto de Finlandia y Suecia, pero no es posible desconocer el interés de Rusia por el mar Báltico; por otra parte, la OTAN está haciendo pesar la superioridad de su poder, cerrando las posibilidades a Rusia de expandir el conflicto sin afectar a la OTAN, enclaustrando las operaciones militares sólo en el territorio de Ucrania.

Finalmente, hay señales que permiten pensar que la guerra se mantendrá como la búsqueda de un espacio de seguridad en el actual territorio sur y este de Ucrania transformado en repúblicas populares (Lugansk – Donetsk – Jersón – Transnitria) y, otras señales que indican las dificultades rusas para continuar la guerra como los efectos de las sanciones económicas, la resistencia ucraniana apoyada en el material y la información occidental, la supuesta enfermedad del presidente Putin y el desgaste político y militar por el alargamiento de la guerra, entre otros.