Centro de Estudios de la Academia de Guerra

La ofensiva de Israel y la respuesta Iraní

La historia de las relaciones entre Israel e Irán ha estado marcada por una evidente enemistad, que se arrastra por varias décadas. Esto no fue siempre así y, de hecho, ambos Estados gozaron de un buen entendimiento mientras estuvo a cargo del gobierno iraní, el Sha Reza Pahlevi (1941-1979); sin embargo, con la revolución islámica de 1979 y la llegada de los ayatolas, esto cambió, generándose una dinámica hostil que prevalece hasta la actualidad, con momentos más y menos tensos. No obstante, desde la llegada de Mahmud Ahmadineyad al gobierno en Teherán (1997-2005), las diferencias se volvieron irreconciliables.

En este sentido, la creciente hostilidad entre las partes durante los últimos veinte años se ha enfocado principalmente en el desarrollo de una capacidad nuclear por parte de Irán, lo cual ha involucrado a actores que van más allá de los Estados del Medio Oriente en pugna. Consecuentemente, desde 2005 han ocurrido una serie de acontecimientos que han buscado neutralizar los avances de Teherán en su capacidad nuclear y que se han desarrollado a través de muertes de científicos ligados al programa, espionaje, afectación de infraestructura y ataques informáticos, siendo el más reconocido aquel ejecutado en 2010 y que afectó a la planta nuclear de Bushehr, en 2010. Pues bien, esta dinámica de enfrentamientos se extiende hasta hoy y el presente informe revisará los hechos que han acaecido en los días recién pasados y que suman a la inestabilidad del Oriente Medio.

El pasado 12 de junio (13 de junio en Israel), Tel Aviv dio el pase para iniciar la Operación “León Ascendente”. Esta consistió en una ofensiva aérea masiva, sabotajes de alta precisión en contra de instalaciones del programa nuclear iraní[1], su infraestructura militar, personal de científicos nucleares y las residencias de altos oficiales iraníes de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (en sus siglas CGRI), entre ellos el general de división Hossein Salami, y el jefe de Estado Mayor, Mohammad Baghri (Agencia EFE, 2025; DW, 2025).

El objetivo de estos ataques, declarado por Israel, fue el de desarmar el programa nuclear iraní y frenar su capacidad de nuclear para posibles futuras operaciones. Como parte de la respuesta iraní, Teherán lanzó más de 100 drones y misiles balísticos de distinto tipo hacia territorio israelí, prometiendo “represalias decisivas” en el marco de la Operación “Promesa Verdadera 3”, iniciada luego del ataque israelí (DW, 2025). 

[1] Los complejos de enriquecimiento de uranio en Natanz y Fordow; además de instalaciones en Parchin, Isfahan, Ahvaz, Hamdan, Kermanshah, Khorramabad, Luristan.

Figura N°1Principales ataques de Israel en Irán. Nota: El País, 2025.

Desde el nivel superior, se evidencia que la dinámica actual de la crisis surge desde la postura del Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien determinó emplear al instrumento militar de forma preemptiva, dado que Irán se encontraba a días de alcanzar una capacidad nuclear que los ponía en riesgo, por lo tanto, era necesario ejecutar el ataque anticipado para proteger la supervivencia del Estado y redefinir su umbral de riesgo dentro de la región.

Por su parte Irán, clasificó el ataque como una “declaración de guerra” y decidió suspender las negociaciones con Estados Unidos acerca del programa nuclear, que se estaba llevando a cabo con Omán como intermediario (DW, 2025). Adicionalmente, Teherán cerró el espacio aéreo e internet como medidas de seguridad. Por su parte, otros actores regionales, como Hezbolá, los Hutíes y Siria se encuentran en alerta ante una posible guerra regional, pudiendo efectuar ataques marítimos en el Golfo y en contra de bases estadounidenses.

En este marco de conflictividad, se pueden generar diversos escenarios que proyectarán la realidad de la región para el cercano y mediano plazo. En tal sentido, James Landale, describe tres posibles situaciones que podrían derivarse de los hechos actuales. (1) El primer escenario posible se basa en que, a pesar de que Estados Unidos desmintió haber apoyado el ataque israelí, Irán cree que Washington respaldó la ofensiva; por lo tanto, Teherán podría extender su represalia a blancos norteamericanos en la región, tales como: instalaciones militares y diplomáticas en el área, así como las fuerzas en presencia en el Golfo. (2) La segunda opción se relaciona con que, si Irán falla en infringir un daño significativo sobre Israel, su enfoque se direccione sobre otros Estados de la región que considera que han apoyado a Tel Aviv en la postura hostil en su contra, como es el caso de Arabia Saudita, Jordania o Emiratos Árabes Unidos, entre otros. (3) Finalmente, existe la opción de que, a pesar de la ofensiva israelí, no se logre destruir completamente la capacidad nuclear, el refinamiento de uranio y/o la base de conocimientos iraní respecto del programa, generándose una lógica de mantención de la amenaza y un espiral de constantes ataques de las FDI sobre Irán (Landale, 2025).

Desde la perspectiva militar del ataque, las Fuerzas de Defensa de Israel (en sus siglas FDI) operaron de manera combinada con más de 200 aviones de combate F-15, F-16 y F-35, lanzando más de 330 misiles en diferentes oleadas que afectaron a más de 100 objetivos. Todo esto estuvo apoyado con una acción integrada del Mossad, quienes entregaron la inteligencia necesaria y se infiltraron para generar acciones de configuración dentro de territorio iraní. Específicamente, el Mossad ejecutó operaciones de sabotaje de defensas antiaéreas y facilitó ataques con drones desde el territorio iraní, permitiendo un ataque en lo profundo. En cuanto a los blancos, se ejecutaron ataques sobre diversos recursos, la primera oleada tuvo como objetivos las instalaciones nucleares y los líderes del CGRI; la segunda, se enfocó en acciones de sabotaje al interior de Irán y finalmente, y azotar capacidades para reducir respuesta la capacidad de respuesta inmediata.

Figura N°2 Principales blancos alcanzados en Irán, según Israel Nota: BBC, (2025)

En respuesta a la ofensiva israelí, Irán lanzó más de 100 drones Shahed, interceptados por los sistemas de defensa jordanos, saudíes e israelíes, sin provocar daños confirmados, continuando con una seguidilla de ataques con misiles balísticos que han generado efectos sobre diferentes blancos, aun cuando existen versiones encontradas respecto de las reales repercusiones de la represalia iraní. Además, a raíz de la eliminación de parte de su cúpula militar, Teherán tuvo que generar los reemplazos correspondientes, nombrando a Mohammad Pakpour y Habibollah Sayyari, tras la muerte de Salami y Baghri para asumir sus cargos.

Figura N°3 Liderazgo iraní eliminado por Israel. Nota: ISW, (2025)

Una de las características que nuevamente se evidencian en las acciones recién pasadas, es la capacidad de las FDI para operar militarmente hacia Estados que se encuentren apartados de sus fronteras. En tal sentido, se aprecia la superioridad aérea y electrónica de la fuerza israelí, evidenciada en el empleo de su fuerza aérea para atacar en lo profundo, lo cual fue apoyado con recursos de guerra electrónica (EW en sus siglas en inglés) y uso de drones que inhabilitaron los sistemas de defensa iraníes, con el objetivo de habilitar el empleo del poder aéreo sobre los blancos señalados precedentemente en este informe. Adicionalmente, cabe destacar la capacidad de la inteligencia israelí, que entregó la información necesaria e infiltró territorio iraní, internando drones que posteriormente accionaron desde el interior de dicho país. Todo lo anterior derivó en la gran precisión y alta efectividad de los ataques, dando muerte a lideres del CGRI y científicos involucrados en el programa nuclear iraní, además de provocar daños de consideración sobre instalaciones nucleares subterráneas como Natanz, Khondab y Khorramabad (DW, 2025).

Con respecto a Irán, su respuesta involucró principalmente el empleo de misiles de diverso tipo y drones – como ha sido la tónica desde las acciones de abril de 2024 – lo cual tuvo un efecto inicial reducido, según lo indicado por Tel Aviv.

 

Conclusiones

El ataque lanzado por Israel el día 13 de junio recién pasado, se circunscribe en una acción que Tel Aviv enmarca como preemptiva, que en este caso se anticipaba a que Irán alcanzara capacidades nucleares que pudieran afectar directamente al Estado israelí. Esta situación no es primera vez que se ha visto en la historia de dicho país, siendo el mismo modo de operar que utilizó para iniciar la Guerra de los Seis Días (1967), cuando Israel ofendió indicando que prevenía un ataque inminente de los países árabes.

Las acciones que actualmente envuelven a Irán e Israel se enmarcan en una crisis agravada, lo cual ha generado acciones, reacciones, y contra reacciones que llevarán esta dinámica a desenlazar abiertamente en un empleo del potencial bélico, o bien, en una desescalada – esto último se visualiza lejos de ocurrir en el corto plazo. Cobra relevancia que los resultados de la pugna actual también dependerán de la injerencia de terceros actores que sean capaces de intervenir y regular la postura de ambas partes. Se estima que el tercer actor más relevante en este conflicto es los Estados Unidos – por su relación con Israel, su porte estratégico y su interés por negociar con Irán el término de su programa nuclear – pudiendo ser secundado por Rusia. Asimismo, se espera que la influencia de Naciones Unidas no sea relevante del todo, dado que las contrapartes cuentan con sus respectivos aliados en el Consejo de Seguridad de la organización, lo cual llevaría a una dificultad para dirimir un acuerdo desde dicha instancia internacional.

Finalmente, se puede observar que, a pesar de existir agresiones mutuas a través de operaciones aéreas con el uso de aeronaves y misiles, no existe una definición clara de un conflicto mientras no se involucre una fuerza terrestre en acciones que permitan conquistar territorios y establecer un grado de control territorial. Por lo tanto, la pugna entre Irán e Israel aún se encuentran distantes de contemplarse como una guerra propiamente tal y dependerá de la evolución de la crisis lo que se pueda definir en el mediano y largo plazo.

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