Centro de Estudios de la Academia de Guerra

Golpe estratégico en contra de Rusia

Después de los masivos y contundentes ataques de Rusia del sábado 31 de mayo 2025, Ucrania lleva a cabo ataques masivos y sorpresivos – a gran escala – con el uso de drones y UAV, hacia Siberia y el ártico, específicamente en las regiones de Murmansk, Irkutsk, Ivanovo, Ryazan y Amur. Este ataque afectó a las bases de la aviación estratégica de Dyagilevo, Belaya, Olenya, Ivanovo, Ukrainka. Se trata de un ataque característico de una guerra asimétrica y que cada vez se emplean más. 

Esta ofensiva ocurre a pocas horas de la llegada de las delegaciones rusa y ucraniana a Estambul, para iniciar la segunda ronda de conversaciones sobre la paz en Ucrania, de manera que sus efectos irán más allá de lo militar, afectando en los esfuerzos diplomáticos en la negociación (Elmundo, 2025).

Esta acción se enfocó sobre 41 aviones bombarderos estratégicos rusos, generando daños elevados y la destrucción de algunos Tu-95 y Tu-22, además de diversos aviones de transporte. A pesar de las repercusiones, las defensas aéreas rusas pudieron interceptar docenas de estos UAV (Simplicius76.substack, 2025). 

La operación de inteligencia denominada “Telaraña” fue planeada y coordinada por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), dirigido por Vasyl Maliuk, quien lideró su ejecución bajo la supervisión directa del presidente Zelensky. Esta operación representa la culminación de un trabajo de 18 meses de preparación, que implicó el despliegue de una importante y original logística (Larazon, 2025).

Los equipos de sabotaje ucranianos operaron dentro del territorio ruso, con una lenta infiltración previa para organizar y ejecutar la operación. Este modo de empleo afectó en las posibilidades y tiempos de respuesta de los servicios rusos. Sin embargo, la situación no es nueva, al no constituir la primera sorpresa que se llevaron las fuerzas de seguridad rusas, siendo la más relevante en cuanto a sus efectos y envergadura.

Compleja logística

La logística para esta operación implicó un verdadero trabajo de contrabando de drones (FPV) y cabañas móviles de madera hacia Rusia. Los aviones no tripulados fueron escondidos en techos de camiones, conducidos por personal contratado y muy probablemente ajenos a la organización ejecutora. Por lo preliminarmente apreciado desde múltiples imágenes de fuentes abiertas, los techos de dichos camiones disponían de un sistema de apertura a control remoto que, al ser activados, dejaron salir una gran cantidad de drones dispuestos para su despegue, los que luego fueron operados manualmente en contra de los bombarderos rusos.

El SBU alquiló almacenes para albergar en secreto el material UAV, lo que se ha podido comprobar en la región rusa de Chelyabinsk. En una de las regiones implicadas, el centro de operaciones involucrado fue localizado junto del cuartel general del FSB ruso.

Figura N°1 Almacén secreto alquilado en la región rusa de Chelyabinsk, para ensamblar y guardar drones. 
Nota:(Paiva Mack, 2025).

Para el momento del ataque los remolques de camiones de transporte se desplazaron, presumiblemente, miles de kilómetros hasta llegar a posicionarse en las cercanías de las bases aéreas rusas (Infobae, 2025).  

Así, en el momento coordinado para la operación, los operadores lanzaron un enjambre coordinado de drones que despegaron desde las plataformas ya señaladas. Existen múltiples registros visuales en los que se aprecia la salida de los aparatos no tripulados. Asimismo, está documentado cómo algunos civiles que circundaban las áreas afectadas por el ataque – como la región de Irkutsk – intentaron cerrar las compuertas superiores de los remolques para detener la salida de los drones, quedando (en algunos casos) atrapados al momento de que los contenedores explotaran por un sistema de “autodestrucción”.

Agentes infiltrados y ataque masivo de enjambre

Los agentes ucranianos involucrados cruzaron la frontera ucraniana de ida, dispusieron el material correspondiente, regresaron a Ucrania, justo antes de que comenzara el ataque. Todos ellos se encontrarían a salvo en su propio país, por tanto, será de difícil investigación determinar quiénes estaban en conocimiento del total de la operación realizada.

Este ataque buscaba efectos más amplios de los alcanzados, pero los mecanismos de defensa rusos en algo aminoraron las repercusiones. Así, en bases como la de Ryazan se repelió a los drones por completo; asimismo, varios de los remolques tuvieron que ser destruidos en ruta a sus posiciones por los propios agentes perpetradores, antes de llegar a sus puntos de ataque.  En uno de estos casos se evidencia la explosión de un transporte, al momento en que su conductor se detuviera a inspeccionarlo, suponiéndose que los propios operadores habrían decidido – en base de vigilancia remota – que era preferible eliminarlo, ante la posibilidad de su descubrimiento. Para ellos, la acción particular había fallado, pero era necesario salvaguardar la operación en general.

Por otra parte, los aviones no tripulados habrían utilizado la red telefónica LTE de Rusia, accediendo a ella con tarjetas SIM locales, una táctica que los equipos de seguridad de ambos bandos utilizan desde hace tiempo. Preliminarmente se sabe que los drones utilizados no fueron controlados con inteligencia artificial, sino por medio de un software de código abierto y comunicaciones basadas en redes móviles locales, lo que queda de manifiesto al observar que los equipos poseían antenas receptoras de señal LTE. 

Efectos sobre aeronaves rusas

En la actualidad, Rusia no fabrica fuselajes de los bombarderos estratégicos Tu-95MS y solo cuenta con entre 47 y 55 de ellos activos, por lo tanto, la pérdida de cualquiera de estas aeronaves deriva en repercusiones serias. Respecto de las pérdidas en concreto, existe una dicotomía. Mientras las fuentes ucranianas listan en hasta 41 aeronaves impactadas y, de ellas, 13 destruidas (Gozzi & Verify, 2025), las del lado ruso indican que fueron destruidos o inutilizados entre uno y cinco aviones Tu-95MS – en las bases de Belaya y Olenya – y de ellos, probablemente, dos serían reparados en un corto plazo, al no presentar un daño elevado, mientras que otro no podría ser recuperado. Además, habría otros dos aviones Tu-22M3 y un An-12 dañados. (RussiansWithAttitude). Sin embargo, según el Instituto para el Estudio de la Guerra, indica que el recuento final podría presentar variaciones, porque nada puede ser considerado concluyente hasta ahora (ISW, 2025).

Respecto de la evaluación del daño de batalla efectuado por Ucrania, debe considerarse que el denso humo provocado por el combustible de aviación quemado puede haber llevado a presunciones equivocadas sobre el nivel de destrucción logrado. En el caso del Antonov AN-12BK, se puede inferir que, a pesar de haber sido dañado por un dron y haberse incendiado, no es factible de determinar que se haya destruido por completo, dadas las características gigantescas de esta nave estratégica y las posibles medidas de extinción de incendios que deberían estar presentes para salvaguardar un recurso estratégico como aquel.  

A pesar de lo anterior, la “operación telaraña” ha generado una elevada alerta al Kremlin, lo cual se debiera traducir en la necesidad de acrecentar la protección de capacidades estratégicas e infraestructura crítica. En otras palabras, debido a la dispar relación costo-beneficio de una operación que utilizó drones en contra de bombarderos estratégicos de alto valor, es necesario para Rusia reformar el sistema de defensa aérea y las medidas de protección en torno a este tipo de recursos.

Figura N°2 Regiones en que son atacadas Bases Aéreas Estratégicas de Rusia. 
Nota: (BBC, 2025)

Conclusiones

Se estima que la operación telaraña – que finalmente es de ejecución táctica – generó repercusiones de carácter estratégicas, por el tipo de blancos que afectó, pero sin una extensión directa hacia el campo de batalla donde se enfrentan las fuerzas beligerantes. Sin embargo, también tendrá consecuencias políticas, al haberse realizado tan solo 24 horas antes del inicio de la segunda ronda de conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania.

Dentro de los factores gravitantes para lograr la sorpresa generada con la ejecución de esta operación se encuentran en: (1) una prolongada planificación y preparación

con amplio uso de estructuras de inteligencia, (2) el empleo de recursos humanos y materiales acordes para burlas los sistemas de seguridad rusos y evitar la detección temprana, característica en tiempos de la transparencia del campo de batalla, (3) el uso de recursos que en la relación de relación costo-beneficio mantuvo la balanza en favor de Ucrania.

Como ha sido el tenor en distintos episodios de esta guerra, los datos disponibles respecto de las repercusiones generadas por la “operación telaraña” son totalmente disímiles. Lo que si queda totalmente claro es la alta relevancia que cobra la sorpresa y el engaño al momento de planificar, preparar y ejecutar cualquier tipo de operación militar, lo cual debe ser acompañado con una alta creatividad. Esto puede cambiar el balance de los potenciales de combate o de las capacidades disponibles por cada parte en conflicto, incluso en casos tan disímiles como el de Rusia y Ucrania.

Una vez más queda en evidencia la existencia de vulnerabilidades de seguridad para Rusia, lo cual se ha visto en diversos episodios del conflicto. Esto se deriva de la gran extensión territorial que presenta dicho Estado en los diferentes dominios que lo conforman.

Finalmente, queda por esperar la respuesta que dará Rusia a esta afrenta de Kiev, lo cual debiera ser definido durante el periodo venidero. Si bien algunos analistas mencionan incluso la posibilidad de una respuesta estratégica de características nucleares, se estima poco probable que esto ocurra en estos momentos, dado que se traduciría finalmente en una escalada de un conflicto que en este momento se está tratando de concluir. Sin embargo, se estima que la respuesta de Moscú será contundente.

Revisa el material de apoyo

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